jueves, 10 de septiembre de 2009

Petroaudios: aún resuena el escándalo

jueves, 10 de septiembre de 2009
La noche del domingo 5 de octubre de 2008, en el programa Cuarto Poder, de América Televisión, el ex ministro del Interior Fernando Rospigliosi presentó una serie de grabaciones que le habían sido proporcionadas por una fuente anónima. Los audios referían a conversaciones entre Alberto Químper, en ese entonces miembro de Perupetro –compañía estatal peruana encargada de promover la inversión extranjera en el sector hidrocarburos–; Rómulo León, ex ministro aprista; y Fortunato Canaán, promotor de la compañía Discover Petroleum. Para asombro e indignación de la audiencia, los involucrados negociaban decenas de miles de dólares por contribuir en que la empresa noruega se adjudicase cinco de los siete lotes de explotación petrolífera a los que había postulado en una subasta organizada por Perupetro. Eran, pues, los reveladores petroaudios.

Y es así como el periodista Gustavo Gorriti ha titulado la primera entrega de su exhaustiva y, por demás, valiosa investigación sobre los hechos. En ella, el lector acucioso podrá encontrar la información que le permitirá conocer a fondo cuáles fueron los eventos, los actores, las causas y las intenciones del caso de corrupción más sonado en lo que va del gobierno de Alan García y del que, por cierto, se ha comentado tanto, pero del que aún quedan más dudas que certidumbres. Por ello, esta primera entrega de Petroaudios trae consigo una revelación que, desde luego, dará mucho qué hablar. Cuando la justicia ha establecido ya la responsabilidad penal de Rómulo León y Alberto Químper, por el lado de los chuponeados, y Manuel Ponce y Giselle Giannotti, por el bando de los chuponeadores, Gorriti, con el arrojo y rigurosidad que le caracterizan, expone los vínculos que antes de estallar el escándalo unían a estos últimos con algunas figuras prominentes del Partido Aprista Peruano, entre ellas el mismísimo presidente García. Según Gorriti, Ponce y Giannotti fueron personas de confianza en el partido de gobierno desde 2005, cuando García requirió los servicios de Ponce durante la campaña presidencial. “¿Quién hubiera pensado que pudiera existir relación alguna entre Chávez, el MRTA y los petroaudios? Alan García menos que nadie”, escribe Gorriti. Así pues, a partir de los resultados de su investigación son más que nunca justificadas las sospechas de que existió una red de corrupción del más alto nivel en el denominado caso Petroaudios.

Petroaudios, además, no es solamente un recuento cronológico de la crisis ni de sus repercusiones en el Gobierno. Es también una crítica descarnizada al quehacer que ha distinguido a los periodistas de investigación desde la caída del régimen de Fujimori y la consecuente desaparición del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). En ese sentido, Gorriti no escatima palabras para comparar los servicios que brindan los espías con el trabajo de los hombres de prensa que desvelaron los petroaudios. “Un territorio que siempre debió ser de vigilancia, competencia y, excepcionalmente, de tensa y alerta relación, entre espías y periodistas, terminó siendo simbiótico en muchos casos”, subraya el también autor de La calavera en Negro (Planeta, 2006).

“El legado quizá involuntario de Montesinos fue, para utilizar los términos de hoy, la puesta en valor de la intimidad vulnerada. La electrónica posibilitó la presencia invisible y la asistencia a transacciones íntimas o confidenciales cuya revelación perjudicaría a sus protagonistas. Esa información, aplicada a lo empresarial y lo político, podía llegar a tener gran poder y consecuentemente gran valor”, explica Gorriti para ilustrar las consecuencias de los petroaudios.
Pedro Curico.


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