En la siguiente entrevista, Gustavo Gorriti nos cuenta algunos entretelones de Petroaudios y deja en claro, una vez más, cuál es su posición respecto del quehacer periodístico.
Gustavo, sin lugar a duda, la ‘bomba’ de Petroaudios es la revelación del vínculo que existió entre el candidato Alan García y Bussines Track durante la campaña del 2005-2006. ¿Ya tenías esa información o el dato apareció durante tu investigación?
Conocer el dato fue parte del proceso de investigación. La investigación usa diferentes métodos y confronta diversas circunstancias, y como la investigación de Petroaudios continúa en marcha, prefiero no discutir la metodología ni las circunstancias que fueron descubriendo diversos aspectos de ella.
En la introducción de tu libro llamas ‘Petrogate’ al caso ‘Petroaudios’ en alusión al caso Watergate. En tal sentido, ¿has tenido en tu investigación una fuente a la manera de ‘Garganta profunda’?
Por principio, no me baso en una fuente. Mis informantes son muchos, variados y a veces sorprendentes. Obviamente, dada la situación de algunas de estas fuentes, he tenido que hacer esfuerzos por proteger su identidad. Sin embargo, muchas personas han sido totalmente renuentes a brindarme información y algunas me han dado información falsa.
En investigaciones sobre casos corrupción suele descubrirse que los aspectos personales de los implicados juegan un papel importante en la historia. ¿El caso Petroaudios ha sido la excepción?
En esta historia han sido determinantes las filias, fobias, rencores, 'encamadas' y 'desencamadas' de los implicados. Sin embargo, yo tengo como regla no incluir aspectos personales en mis investigaciones, ya que me parece casi siempre innecesario y siempre innoble. La bajada de ropa interior la excluyo de mis indagaciones, excepto cuando tiene una relación inevitable con los hechos, es decir cuando nada sino eso los explica.
¿Durante tus indagaciones tuviste presiones o, peor aún, fuiste victima de algún tipo de intimidación para que no publicases los resultados de tu investigación?
No he sufrido ningún intento de intimidación. A estas alturas, todos nos conocemos lo suficientemente bien para saber quien puede ser intimidado y quien no. La ventaja que tengo sobre otros es que yo cuento con muchos años de experiencia en periodismo, experiencia que incluye cómo enfrentar las represalias.
Entonces, en comparación a La Calavera en negro, la cobertura de Petroaudios ha sido una tarea más sencilla para ti.
La calavera en negro fue una investigación peligrosa y difícil. Sus resultados fueron contundes, explosivos y dramáticos. Recuerdo que después de un mes haberse publicado el libro, un librero de la feria del parque de Miraflores me preguntó en broma “¿Cómo, todavía estás en vivo?”.
¿Crees que por ser tú Gustavo Gorriti te ha sido fácil o más bien complicado conseguir las fuentes y documentos en los que se sustenta Petroaudios?
Ambas cosas. Por un lado, la diferencia que tengo con un periodista joven es que yo conozco fuentes desde hace 30 años. En ese sentido, un periodista es en muchos aspectos la suma de sus fuentes humanas, individuales y documentarias. De otro lado, durante 30 años he creado y enfrentado rencores apasionados en unos y la sensación de peligro en otros, por lo que recabar información se me hace complicado. La experiencia, pues, tiene ventajas y desventajas.
En el capítulo Periodistas y espías criticas duramente al periodismo de investigación en nuestro país y, en especial, a los periodistas que develaron los petroaudios. ¿No crees que en casos de corrupción pueda ser legítimo que los periodistas funjan de espías?
Es peligroso cuando se confunden los papeles del periodismo y el espionaje, dos actividades que deberían ser diferentes y contrapuestas en la tarea de la búsqueda de información. Los periodistas, muchas veces, en lugar de llevar a cabo una investigación de servicio a la sociedad, terminan sirviendo a un determinado grupo de poder. Los periodistas debemos ser quienes manejemos la información y tengamos la seguridad de que no estamos actuando como relacionistas públicos, manejadores de imagen o portavoces de intereses determinados. El periodista es el tribuno de la plebe. Por eso cuando termina soltando cositas que van a favorecer el interés de determinado grupo o cuando actúa para mejorar la imagen de tal o cual, entonces ha prostituido su misión.
¿Consideras que tu posición respecto del quehacer periodístico es radical?
No soy radical, en lo absoluto. Es el ABC del periodismo.
¿Poner en práctica ese ABC en Petroaudios te ha traído algunas consecuencias personales?
De los pocos amigos que me quedaban, ahora tengo muchos menos. Seguramente algunos están buscando en una tienda vudú un muñeco que se parezca a mí.
¿Tuvo que ver en algo que hayas revelado los conflictos al interior de El Comercio?
Los periodistas, editores y directivos de El Comercio son tan sujetos de información como aquello que ellos cubren. Si por eso alguien empieza a cacarear como si hubiera puesto un huevo, revela entonces que es profundamente hipócrita, y puede irse cincuenta veces al diablo. He entrevistado a los unos y a los otros y he contrastado versiones. Y si hay algo que no es cierto en lo que he contado, entonces tendré que rectificarme de inmediato.
Ya para terminar, Gustavo ¿En la segunda entrega de Petroaudios podremos conocer al fin la identidad de quién o quiénes pagaron y encargaron el ‘chuponeo’?
Espero que sí, y sino un poquito después.
Gustavo, sin lugar a duda, la ‘bomba’ de Petroaudios es la revelación del vínculo que existió entre el candidato Alan García y Bussines Track durante la campaña del 2005-2006. ¿Ya tenías esa información o el dato apareció durante tu investigación?
Conocer el dato fue parte del proceso de investigación. La investigación usa diferentes métodos y confronta diversas circunstancias, y como la investigación de Petroaudios continúa en marcha, prefiero no discutir la metodología ni las circunstancias que fueron descubriendo diversos aspectos de ella.
En la introducción de tu libro llamas ‘Petrogate’ al caso ‘Petroaudios’ en alusión al caso Watergate. En tal sentido, ¿has tenido en tu investigación una fuente a la manera de ‘Garganta profunda’?
Por principio, no me baso en una fuente. Mis informantes son muchos, variados y a veces sorprendentes. Obviamente, dada la situación de algunas de estas fuentes, he tenido que hacer esfuerzos por proteger su identidad. Sin embargo, muchas personas han sido totalmente renuentes a brindarme información y algunas me han dado información falsa.
En investigaciones sobre casos corrupción suele descubrirse que los aspectos personales de los implicados juegan un papel importante en la historia. ¿El caso Petroaudios ha sido la excepción?
En esta historia han sido determinantes las filias, fobias, rencores, 'encamadas' y 'desencamadas' de los implicados. Sin embargo, yo tengo como regla no incluir aspectos personales en mis investigaciones, ya que me parece casi siempre innecesario y siempre innoble. La bajada de ropa interior la excluyo de mis indagaciones, excepto cuando tiene una relación inevitable con los hechos, es decir cuando nada sino eso los explica.
¿Durante tus indagaciones tuviste presiones o, peor aún, fuiste victima de algún tipo de intimidación para que no publicases los resultados de tu investigación?
No he sufrido ningún intento de intimidación. A estas alturas, todos nos conocemos lo suficientemente bien para saber quien puede ser intimidado y quien no. La ventaja que tengo sobre otros es que yo cuento con muchos años de experiencia en periodismo, experiencia que incluye cómo enfrentar las represalias.
Entonces, en comparación a La Calavera en negro, la cobertura de Petroaudios ha sido una tarea más sencilla para ti.
La calavera en negro fue una investigación peligrosa y difícil. Sus resultados fueron contundes, explosivos y dramáticos. Recuerdo que después de un mes haberse publicado el libro, un librero de la feria del parque de Miraflores me preguntó en broma “¿Cómo, todavía estás en vivo?”.
¿Crees que por ser tú Gustavo Gorriti te ha sido fácil o más bien complicado conseguir las fuentes y documentos en los que se sustenta Petroaudios?
Ambas cosas. Por un lado, la diferencia que tengo con un periodista joven es que yo conozco fuentes desde hace 30 años. En ese sentido, un periodista es en muchos aspectos la suma de sus fuentes humanas, individuales y documentarias. De otro lado, durante 30 años he creado y enfrentado rencores apasionados en unos y la sensación de peligro en otros, por lo que recabar información se me hace complicado. La experiencia, pues, tiene ventajas y desventajas.
En el capítulo Periodistas y espías criticas duramente al periodismo de investigación en nuestro país y, en especial, a los periodistas que develaron los petroaudios. ¿No crees que en casos de corrupción pueda ser legítimo que los periodistas funjan de espías?
Es peligroso cuando se confunden los papeles del periodismo y el espionaje, dos actividades que deberían ser diferentes y contrapuestas en la tarea de la búsqueda de información. Los periodistas, muchas veces, en lugar de llevar a cabo una investigación de servicio a la sociedad, terminan sirviendo a un determinado grupo de poder. Los periodistas debemos ser quienes manejemos la información y tengamos la seguridad de que no estamos actuando como relacionistas públicos, manejadores de imagen o portavoces de intereses determinados. El periodista es el tribuno de la plebe. Por eso cuando termina soltando cositas que van a favorecer el interés de determinado grupo o cuando actúa para mejorar la imagen de tal o cual, entonces ha prostituido su misión.
¿Consideras que tu posición respecto del quehacer periodístico es radical?
No soy radical, en lo absoluto. Es el ABC del periodismo.
¿Poner en práctica ese ABC en Petroaudios te ha traído algunas consecuencias personales?
De los pocos amigos que me quedaban, ahora tengo muchos menos. Seguramente algunos están buscando en una tienda vudú un muñeco que se parezca a mí.
¿Tuvo que ver en algo que hayas revelado los conflictos al interior de El Comercio?
Los periodistas, editores y directivos de El Comercio son tan sujetos de información como aquello que ellos cubren. Si por eso alguien empieza a cacarear como si hubiera puesto un huevo, revela entonces que es profundamente hipócrita, y puede irse cincuenta veces al diablo. He entrevistado a los unos y a los otros y he contrastado versiones. Y si hay algo que no es cierto en lo que he contado, entonces tendré que rectificarme de inmediato.
Ya para terminar, Gustavo ¿En la segunda entrega de Petroaudios podremos conocer al fin la identidad de quién o quiénes pagaron y encargaron el ‘chuponeo’?
Espero que sí, y sino un poquito después.
Por: Pedro Curico
Para variar, bastante soberbio el tío Gorriti.
ResponderEliminarVoy a leer su libro para ver en qué anda.
Por lo demás, interesante que lo saque con plena vigencia del tema.
El periodismo es un plato que se come caliente.
Y eso se agradece.
Parece que, de rato en rato, le mandaba su chiquita al entrevistador.
Como aquello de que es el "ABC del periodismo" cuando lo llama "radical".
Ja.
Hay un error en la penúltima pregunta. Dice: "Tuvo qué ver haber en algo que hayas revelado los conflictos al interior de El Comercio".
Ese que va sin tilde.
E imagino que el "haber" se coló en la pregunta.
Por lo demás, buena voz la entrevista.
Saludos.
J.